martes, 5 de marzo de 2013

De chamanas, curanderas y brujas.





Imagen de una sacerdotisa americana
Criticadas por ser mujeres independientes, no casadas, con mucho conocimiento, sumamente bonitas y que vivían fuera de los márgenes sociales de su época, las chamanas estuvieron por todo el mundo. Cada cultura tenía sus mujeres sabias y “sagradas” y las denominaban de diferentes maneras: chamanas, brujas, curanderas, sacerdotisas, hechiceras, todos provenientes de las habilidades que tenían y los poderes que se les adjudicaban.
En las sociedades primitivas, se recurría a ella no sólo para que utilizara su poder de sanadora en caso de enfermedad o accidente. También era buscada cuando eran necesarios consejos ante cualquier contingencia, ya que se le consideraba una mujer experimentada, y por lo tanto sabia. Su función como partera era vital para preservar la salud tanto de la madre como de los nuevos bebés que ayudaba a nacer, y de esta manera ayudar a la preservación de la vida.
Imagen de 3 brujas europeas
Se las asociaba con poderes sobrenaturales y magia, pero ahora se sabe que ellas tenían mucho conocimiento de la naturaleza, el cuerpo humano y la mente, que les permitía curar y mejorar la vida de la gente que recurría a ellas usando plantas, hongos y meditación entre otros. Hoy diríamos que todos sus remedios y pociones tienen una base científica, siendo ellas las ‘precursoras’ de los remedios. Una mujer que toma conciencia de su ciclo y las energías inherentes a él, también aprende a percibir un nivel de vida que va más allá de lo visible.
Estas mujeres simbolizaban el equilibrio de la conciencia y las energías femeninas dentro de una sociedad y una religión dominadas por hombres, pero como estos poderes representaban una clara amenaza para la estructura masculina durante la época medieval se las persiguió sin tregua hasta virtualmente destruir la tradición de la bruja o hechicera en la sociedad.
Imagen de una curandera
africana
La bruja se transformó entonces en objeto de broma: comenzó a aparecer en los cuentos como una figura cómica o malvada. El miedo y la vergüenza que posteriormente provocó su imagen, hicieron que la mujeres dejasen de expresar aquellas habilidades que habrían supuesto el resurgimiento de la tradición.

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