jueves, 16 de mayo de 2013

El mate, de acá y de allá


Hoy quiero hacerle un homenaje a esta bebida tan única en este lado del mundo: el mate. Para los que no sepan qué es les dejo una descripción y ojalá algún día tengan la oportunidad de probarlo. Para los que lo conocen y gustan de tomarlo, disfruten el texto de abajo que es tan emotivo y cierto.

Se denomina mate a la infusión preparada con hojas de yerba mate. Era consumido desde la época precolombina entre los pueblos originarios guaraníes. Fue adoptado rápidamente por los colonizadores españoles, y quedó como parte del acervo cultural en Argentina, Paraguay, Uruguay y sur de Brasil, en donde se consume mayoritariamente (también en Bolivia y Chile, aunque en menor medida).
El mate se bebe caliente mediante un sorbete denominado bombilla colocado en un pequeño recipiente, que es denominado (según la zona) «mate», «cuya», «porongo» o «guampa», que contiene la infusión. Los clásicos son de madera o de calabaza, y en la actualidad existen mates “modernos” que pueden ser de plástico, vidrio, porcelana, cuerno de vaca o metal.
Se puede preparar amargo, dulce, con leche, con hierbas, con cáscara o jugo de fruta, con té, café o mismo una bebida alcohólica. Al mate con hielo y jugo de frutas (muy usual en verano) se lo llama Tereré. Suele acompañarse con bizcochitos (dulces o de grasa ), tortas fritas, criollitos,  pastelitos de membrillo o facturas.


Les dejo entonces un texto de Hernán Casciari que hizo conocido Lalo Mir en su programa de radio hace unos años:

“El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca.
Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed.
Es más bien una costumbre, como rascarse.
El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si
estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es ´hola´ y la segunda
´¿unos mates?´.
Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres.
Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.
Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras
estudian o se drogan.
Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.
Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar.
En verano y en invierno.
Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos los buenos
y los malos.
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide.. Se lo das
tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme
cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el
corazón del cuerpo.
Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy
caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.
Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente
pregunta, cuando no hay confianza: ´¿Dulce o amargo?´. El otro responde:
´Como tomes vos´.
Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba. La yerba es lo único que hay siempre, en todas las
casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino
tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.
Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular.
Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres.
Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí.
El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma..
O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera.
Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un
mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno.
Por adentro hay revoluciones.
El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...
Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena.
La charla, no el mate.
Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar,
vos hablás mientras el otro toma
y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!´.
Es el compañerismo hecho momento.
Es la sensibilidad al agua hirviendo.
Es el cariño para preguntar, estúpidamente, ´¿está caliente, no?´.
Es la modestia de quien ceba el mejor mate.
Es la generosidad de dar hasta el final.
Es la hospitalidad de la invitación.
Es la justicia de uno por uno.
Es la obligación de decir ´gracias´, al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca y leal de
encontrarse sin mayores pretensiones
que compartir.”

Para los que tengan curiosidad les paso 2 links sobre la forma de preparación y el lenguaje utilizado al tomar mate.
¿Y vos, cómo lo preferís?

lunes, 6 de mayo de 2013

¿Qué es ser políglota? Las lenguas y la gente


La definición sugiere “persona versada en varios idiomas”, y aunque no especifica cuantos está bien utilizado cuando supera los 3, aunque no se manejen a la perfección. Para mi es también un sentimiento, las ganas de aprender otras lenguas para poder comunicarte y aprender del mundo.

El más conocido políglota vivo es Ziad Fazah , que además de su árabe natal habla 58 idiomas más. A veces se duda de si de verdad habla todas aquellas lenguas, pero para el caso da igual, ya que no pasa por cuantas sino por el placer de aprender. Otros conocidos son:  James Yoyce ( escritor que hablaba trece idiomas), J.R.R. Tolkien (escritor, conocía trece idiomas además de los que él mismo inventó), Jean-Francois Champolion (egiptólogo, dominaba otros trece), Benedicto XVI (Papa, hablaba al menos diez idiomas), Arvidas Sabonis (jugador de basket, habla cerca de 5 idiomas), Dikembe Mutombo (jugador de basket, habla 9 idiomas), Kenneth Hale (profesor del MIT, habla alrededor de 50 idiomas).
El más grande políglota de la historia fue el cardenal Giuseppe Gaspardo Mezzofanti (1774-1849), de quien se dice hablaba más de cien idiomas (cincuenta eran dialectos ).  Llegó a escribir y hablar casi perfectamente 38 lenguas, entre las cuales figuran el hebreo, árabe, neo-arameo-caldeo, copto, armenio antiguo y  moderno, persa, turco, albanés,  maltés, griego clásico y moderno,  Latín,  castellano,  portugués, francés, alemán,  sueco,  inglés,  ruso, polaco, checo, magiar,  chino, siríaco,  Ge'ez,  amhárico,  hindi,  guyaratí, vascuence,  rumano. También dominaba con menor seguridad cuarenta idiomas (además de un número no precisado de dialectos), haciendo un total de 78 idiomas. Menos destreza tenía con el sánscrito,  malayo,  tibetano, islandés, sami,  ruteno,  frisón, letón,  córnico, quechua y bambara, que era capaz sólo de leerlos, pero no de hablarlos.

Estos son datos que saqué de varias páginas de internet, algunos pude verificar y otros figuran en una sola. De todas formas es sólo para mostrar como con paciencia y perseverancia se puede dominar algo tan importante como la comunicación en diferentes escalas, desde idiomas, dialectos y códigos más locales. 

Aprender además de ser útil es divertido y nos abre la mente, y respetar el mundo y la diversidad es entre otras cosas, no olvidar sus idiomas nativos. Para sobrevivir en el tiempo las lenguas necesitan por lo menos 100.000 hablantes. En la actualidad hay unas 6.800 lenguas en el planeta y la mitad de ellas son habladas por comunidades menores de 2.500 persona. Una lengua desaparece cada dos semanas, es decir 24 por año. 24 culturas perdidas sin poder transmitirse, sin dejar nada escrito, nada para el futuro, ya que muchas de ellas cuentan sólo con difusión oral pasada de a generación, y que las más nuevas ya no hablan por diversos motivos, entre ellos la “globalización”.
 La parte del mundo con mayor nivel de diversidad lingüística es Papúa-Nueva Guinea. La región tiene aproximadamente 830 idiomas para unos 5,4 millones de personas. Eso representa alrededor de un idioma para cada 6.500 habitantes. Aunque pueda parecer extraño es una buena forma de respetar cada historia, la de cada pueblo o comunidad. Entre todos hablan un idioma común pero sin perder lo valioso de sus lenguas maternas.

Espero haber podido dar una idea de la importancia de aprender un idioma, de respetarlo, de protegerlo. Porque ante todo, los  humanos somos seres sociales y necesitamos comunicarnos con gente de todo el mundo, de una u otra manera. Y cuando no compartas un código con alguien ¡No dejes de comunicarte! Las señas corporales son universales.