sábado, 5 de noviembre de 2011

Las mejores frases de Julio Cortázar

“Los libros van siendo el único lugar de la casa donde todavía se puede estar tranquilo”

“Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte”

“Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo”

“Lo que me gusta es escribir y cuando termino es como cuando uno se va dejando resbalar de lado, después del goce viene el sueño y al otro día ya hay otras cosas que te golpean en la ventana, escribir es eso, abrirles los postigos y que entren”

“Ven a dormir conmigo. No haremos el amor: él nos hará”

(Al Ché Guevara) “No nos vimos nunca pero no importaba, mi hermano despierto mientras yo dormía, mi hermano mostrándome detrás de la noche su estrella elegida”

“A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra “madre” era la palabra “madre” y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mí un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba”

“En suma, desde pequeño mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencian de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas”

“Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”

“La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”

“Por eso no seremos nunca la pareja perfecta, la tarjeta postal, si no somos capaces de aceptar que sólo en la aritmética el dos nace del uno más uno”


Y ahora la mejor frase, con la cual se ganó mi amor y respeto eternos:

“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada boca que deseo, la boca que mi mano elije y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad, elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por azar no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde el aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces, mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llenas de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua”.


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