viernes, 30 de noviembre de 2012

Capitalismo: educar para dominar



Como varios autores han descripto, la escuela es la cuna de las sociedades. Es donde se inculcan las nociones básicas para vivir en sociedad, las que van más allá de las puertas de cada hogar. Se nos enseña a ser puntuales, a no faltar a nuestras obligaciones, a formar filas y saludar, a cumplir lo que se nos asigna. Pero ¿Qué hay detrás de todo esto? El aparato que hace que vayamos diariamente a encerrarnos 5, 6 horas, para repetir lo que nos dicen, casi como autómatas, no está solo ni es inocente. Existe un propósito político para que la escuela sea como es, y para que, luego de varios siglos y del avance de la sociedad, sea una de las pocas instituciones que no ha cambiado.
Casi desde que existe el ser humano, las diferentes tribus han ejercido la dominación sobre otras, y al avanzar los tiempos, han sido sociedades, instituciones, países, continentes los que se han encargado de continuar esa dominación. Dentro de cada una de estas naciones las diferentes clases ponen distancia de otras por medio del poder. Está naturalizado el hecho de ver ricos y pobres, dominador y dominado, patrón y trabajador. Es corriente en la creencia popular que “los pobres siempre existieron y siempre va a ser así”. Pero ¿Es verdad? ¿De qué depende que unos estén sobre otros? Irremediablemente la respuesta va a apuntar a la escuela. La escuela, que es el lugar físico del sistema educativo, que a su vez responde a un sistema político excluyente y salvaje: el capitalismo. En ella, pasando por directivos, docentes y alumnos, están todos a la merced de un sistema que procura hacernos individualistas y obedientes. Tomemos por ejemplo el caso de acción-consecuencia: cuando te dan una orden a cumplir (puede ser una tarea escolar) tenés dos opciones, concretarla o no. Si la concretas, la consecuencia va a ser positiva (una nota numérica alta), y si no la concretas va a ser negativa (una sanción). Esta es una forma de disciplinar, de lograr que seamos obedientes (al capitalismo le sirve para incrementar la utilidad de las personas). Tomemos otro ejemplo, la represión de las acciones. No hablar en voz alta, no ir al baño en clase, no comer, no tener prendido el celular, no estar en las aulas en los recreos, no estar fuera en las horas de clase, no sentarse de cualquier forma. Los que no lo cumplen son los primeros excluidos, la próxima mano de obra barata y descartable, mientras en resto sigue en el camino de intentar “ser alguien”. Desde pequeños nos enseñan todas esas cosas, y se encargan de corregirnos si las hacemos mal. La justificación es que son necesarias para lograr el orden social, lo cual en parte es cierto, porque sería sumamente difícil convivir si todos hiciéramos lo que se nos da la gana. Sin embargo, hay represiones que van más allá de una “convivencia”. Responden a un sistema que quiere sumisos, gente que no piense ni cuestione lo establecido, que sólo se autoregule y no genere problemas. Sería un enorme inconveniente para la clase hegemónica que la gente se liberara un poco de ese stress y de esa angustia del “qué dirán” si no se actúa según lo establecido.
La clase hegemónica no sólo se vale de la escuela para lograr mantenerse como tal. Tiene además como métodos de control el arte, la filosofía, la iglesia y los medios de comunicación. Son las formas pasivas de hacerle creer a la gente que así son las cosas y que son para bien. El capitalismo da libertad, el libre comercio es positivo para la nación, hay que esforzarse para llegar a ascender, el dinero te da felicidad, comprar cosas te permite ser superior, etc. Y estas ideas son engullidas como pan caliente, porque es lo que nos mostraron como cierto. Nunca nos dijeron que teníamos que cuestionar la autoridad o tener un pensamiento crítico acerca de lo que nos muestran. Es más fácil dar pan y circo que reprimir con la policía, las leyes o la justicia, porque estas últimas generan rebelión. Son sus pequeñas y solapadas acciones las que les permiten seguir llevando las riendas y al mismo tiempo tener la osadía de hacernos creer que somos libres de elegir nuestro futuro.
Pero todo esto tiene fecha de vencimiento. Lo interesante se da cuando un grupo de personas se plantea el dar vuelta este escenario cotidiano. Darse cuenta que nada es inocente en el pasar de una sociedad es el primer paso para poder cambiarla. Según Gramsci, desde el partido Revolucionario se organizan los intelectuales para planear la contra-hegemonía. Cuando la hegemonía dominante entra en crisis, hay otra lista para reemplazarla. Para Marx sería la dictadura del proletariado, por ejemplo.
El poder no debería servir para someter sino para organizar. A mi criterio, el cambio de manos el poder debería llevar a un cambio del sistema, porque el actual no permite la verdadera emancipación humana, ni individual ni grupal. Y la mejor manera de evitar la dominación de una persona sobre otra, es igualarlas en oportunidades y libertad, y para ello es necesario cambiar la escuela, la sociedad, el Estado.
“El comunismo no priva al hombre de la libertad de apropiarse del fruto de su trabajo, lo único de lo que lo priva es de la libertad de esclavizar a otros por medio de tales apropiaciones.” Marx

domingo, 25 de noviembre de 2012

Un poco de geografía


americano,a :
1 adj.  De América . 
2 s.  Persona que es natural de América. 
La Real Academia Española advierte: debe evitarse el empleo de "americano" para referirse exclusivamente a los habitantes de los Estados Unidos, uso abusivo que se explica por el hecho de que los estadounidenses utilizan a menudo el nombre abreviado América para referirse a su país. No debe olvidarse que América es el nombre de todo el continente y son americanos todos los que lo habitan.


lunes, 19 de noviembre de 2012

Humor con "Todo por dos pesos"

"Todo por dos pesos" fue un programa humorístico producido en Argentina a fines de los 90. Estaba protagonizado por Fabio Alberti y Diego Capusotto y sus sketches siguen teniendo una gran recepción hoy en día. 
Aquí hay algunos videos del programa, para que disfruten del buen humor de este país sudamericano.